Alarma por tráfico ilegal de fauna en Colombia: más de 150.000 animales afectados, Ukumarí encabeza modelo de rescate y rehabilitación
En Colombia, el tráfico ilegal de fauna silvestre sigue siendo una amenaza devastadora. Solo entre 2019 y 2024, las autoridades han incautado más de 150.000 animales extraídos de su hábitat natural. Reptiles y aves, como tortugas, babillas, iguanas y loros, lideran estas dolorosas estadísticas. La Costa Caribe concentra la mitad de estos decomisos, lo que refleja la magnitud del problema.
Frente a esta crisis ambiental, el Bioparque Ukumarí en Pereira se ha convertido en un refugio para cientos de ejemplares que sobreviven a condiciones de captura y transporte extremadamente crueles. Allí reciben atención veterinaria especializada, rehabilitación física y emocional, y una segunda oportunidad de vida.
Uno de los casos más representativos es el de Chaac, un jaguar rescatado en 2023 de un zoológico ilegal en la frontera con Venezuela. Llegó con heridas físicas y graves signos de trauma. “Cuando pisó el pasto por primera vez, supimos que comenzaba su proceso de sanación”, recordó Raúl Murillo Betancur, gerente del bioparque.
Ukumarí va más allá del rescate. Con un equipo técnico-científico, ha desarrollado protocolos de bienestar animal reconocidos en América Latina. Estos incluyen medicina preventiva, manejo nutricional, entrenamiento conductual y atención emocional intensiva, elementos clave para la recuperación y eventual reintegración de los animales a su entorno natural o a hábitats controlados.
Esta labor cobra mayor relevancia en un contexto alarmante: se estima que el tráfico ilegal ha reducido hasta en un 71 % las poblaciones de algunas especies en el continente, y que 9 de cada 10 animales mueren antes de llegar a su destino.
En 2024, Colombia ya ha decomisado cerca de 30.000 animales silvestres. Aunque departamentos como Risaralda reportan cifras más bajas —alrededor de 500 casos al año—, el impacto sigue siendo significativo.
El tráfico ilegal de fauna no solo es un crimen contra la biodiversidad, sino también una amenaza para la salud pública y la estabilidad ecológica. Ante esta realidad, el trabajo de instituciones como Ukumarí es clave para transformar el dolor en esperanza y dar voz a quienes no pueden defenderse.
Fotografía tomada de: Alcaldía de Pereira





